
No se puede forzar, el tiempo que la mariposa emplea para salir de su capullo, por el afán de verla volar… si presionamos sus alas a que salgan, le evitaremos el esfuerzo que necesita para sentirse fuertes y se pueden atrofiar…
No se puede forzar a la rosa abrir sus pétalos o abandonar sus espinas, porque dejaría de ser quien es y más pronto se marchitaría…
No se puede forzar la tierra ni el mar, así se ocasiona un desastre natural…

No se pueden forzar los abrazos a que sean dados, porque en vez de sostener o acoger, ahogan o los desperdiciamos…
No se puede forzar un sentimiento, que en el tiempo que lleva forjándose, no ha llegado hasta donde anhelamos… los sentimientos que se presionan, no son reales, se condicionan, duran poco, no llenan y solo vacío, temor o desilusión, ocasionan…
Es muy complicado entender o diferenciarlo, más cuando tememos que se nos pueda escapar o perdamos lo que más queremos y en el afán de conservar y cuidar, presionamos y forzamos… En ello cometemos el error de ahogar a la plantita por tanta agua, abrazar tan fuerte que causa dolor, alejar a quien amamos, desgastar un sentimiento, equivocarnos en la elección. Aquello que se exige con presión, no sale ni llega al corazón…
No se puede forzar el destino, ni condicionar la voluntad de Dios, aunque sentimos que hemos perdido o caminamos contracorriente, no hay que rendirnos, ni tomar la ruta más fácil, no podemos reacomodar las cosas a nuestro antojo, esa es otra manera de obligar a que los hechos sean como pretendemos, y así, al intentar mejorar algo, otras cosas empeoraremos…

No se puede forzar a que las cosas sean como esperamos, porque para ser y sentirnos libres, hemos sido creados… Es válido luchar, ser constantes y perseverantes, sin llevarnos a nada ni a nadie por delante…
Si quieres que algo o alguien sea para siempre, no lo forces a nada, cuídalo sin ahogarlo, suéltalo sin abandonarlo, deja que todo surja como Dios quiere, en la más profunda y verdadera libertad…